Tengo una
tristeza que necesito poner nombre,
un vacío que no
me lleva hacia ningún puerto
ni me deja ser
más que un cascarón fantasma
que el viento bambolea.
que el viento bambolea.
Es una
tristeza que huye en patera,
y cruza las cuchillas
en sentido contrario queriendo volver
a casa,
pues desde que el
cielo se ha hecho trinchera
los que hemos
quedado a este lado del abismo
peleamos por
vivir y no por ser felices.
Y se nota. Y a
nadie importa.
Pero parad de
remar, yo me bajo,
que entre tanto
vértigo no sé qué sentir...
No quiero mis
precipicios con vistas al futuro,
pues ya ni eso consigue
hacerme olvidar las cicatrices,
sólo me alarga la
vida en cómodos plazos ilusos,
pasajeros,
de un tren con
cuatro estaciones al año
y una parada
cardiaca por día…
Y no sé nadar, pero salto al agua
no sé vivir, pero escapo a la muerte
y mientras el humo denso de los coches me cala los huesos
no sé vivir, pero escapo a la muerte
y mientras el humo denso de los coches me cala los huesos
el agua salada me
rellena las cuencas de los ojos
para que pueda
exportar mis lágrimas a precio de inmigrante
y mi sudor a precio de mendigo,
exportar mis lágrimas a precio de inmigrante
y mi sudor a precio de mendigo,
pues no tengo más
país que el que dejo a mis espaldas
y no queda
nada en mis tripas
que no sea la
esperanza,
y este miedo a que
un día tropiece hacia dentro
y me encuentre,
agazapado
en el baúl de las
cosas que nunca llegué a ser,
arañando la tapa
sin poder salir de mi mismo,
esperando como un
idiota
a que vengas y me
salves en mis siete vidas.
cuando aún no he
conseguido verte en esta.
2 comentarios:
Muy bueno, si señor, saludos..!!!
Buenisimo!! Bss
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