jueves, 26 de diciembre de 2013

Batman, deje su mensaje después de la señal

Como cada jueves, hoy es martes
o lunes por la noche
y me siento a escuchar el aire que no llena tu voz
los besos que no existen
pero dejan este sabor a puerta cerrada
a mandíbula abierta esperando tu regreso.

Como cada jueves, Histeria no coge mis llamadas
lo deja sonar para que retumbe en mi cabeza
para que tenga un RIIIIIING donde dejarme los puños
en esta jungla amarillenta donde todo cae hacia arriba
excepto tú. Como siempre a contracorriente.

Pues aquí el único límite horizontal son las sábanas.
Otras Navidades sin ti, el frío roce del papel en blanco
la nostalgia que se clava entre las uñas
el clamor de mi pulso pidiendo tu cabeza,
y tus manos y tu entero cuerpo crematorio

Y yo, como cada jueves,
dejo este mensaje en el contestador,
espero mi señal cruzando el cielo,
y uno tus tres puntos suspensivos
para no ser el único que se ralla.
Y punto.
Pero no pidas que una raya quiera ser un punto
porque es jueves y ya sabes que soy siempre impuntual

martes, 10 de diciembre de 2013

Emigrante ilegal

Tengo una tristeza que necesito poner nombre,
un vacío que no me lleva hacia ningún puerto
ni me deja ser más que un cascarón fantasma
que el viento bambolea.
Es una tristeza que huye en patera,
y cruza las cuchillas en sentido contrario queriendo volver a casa,
pues desde que el cielo se ha hecho trinchera
los que hemos quedado a este lado del abismo
peleamos por vivir y no por ser felices.
Y se nota. Y a nadie importa.

Pero parad de remar, yo me bajo,
que entre tanto vértigo no sé qué sentir...
No quiero mis precipicios con vistas al futuro,
pues ya ni eso consigue hacerme olvidar las cicatrices,
sólo me alarga la vida en cómodos plazos ilusos,
pasajeros,
de un tren con cuatro estaciones al año
y una parada cardiaca por día…
Y no sé nadar, pero salto al agua
no sé vivir, pero escapo a la muerte
y mientras el humo denso de los coches me cala los huesos
el agua salada me rellena las cuencas de los ojos
para que pueda
exportar mis lágrimas a precio de inmigrante
y mi sudor a precio de mendigo,
pues no tengo más país que el que dejo a mis espaldas
y no queda nada en mis tripas
que no sea la esperanza,
y este miedo a que un día tropiece hacia dentro
y me encuentre, agazapado
en el baúl de las cosas que nunca llegué a ser,
arañando la tapa sin poder salir de mi mismo,
esperando como un idiota
a que vengas y me salves en mis siete vidas.
cuando aún no he conseguido verte en esta.

viernes, 25 de octubre de 2013

De mayor quiero ser como ese


<< Después de meses sin levantar cabeza, conduje hacia el observatorio con ganas de volver a mirar el firmamento. El limpiaparabrisas apartaba los copos de aguanieve que intentaban adherirse al cristal y en la radio sonaba una versión ñoña de 'Wish You Were Here'.
 Mientras tamborileaba los dedos contra el volante, gritaba el estribillo sin saber apenas inglés. La música es un lenguaje universal, qué más da que esté escrita en otro idioma.
Aminoré la velocidad y giré a la derecha en un camino de tierra que se dirigía al interior de la montaña.
Si preguntas a cualquiera, te dirá que los observatorios astronómicos están situados lejos de las ciudades para evitar la contaminación lumínica, lo que no deja de ser cierto, pero en realidad es porque los astrónomos necesitamos alejarnos del mundo para poder ver el cielo. Por un momento dejamos el disfraz de humano colgado en casa y nos internamos en la distancia, en los años-luz que nos separan de las estrellas. Nos ponemos la bata y miramos al cielo. Y nos olvidamos de todo. Es lo que sucede cuando miras algo tan inmenso, algo que no abarcan los ojos. Si habéis mirado durante horas un atardecer en el mar o el crepitar de un fuego sabréis bien de lo que hablo, de esa sensación de que eres tan pequeño que ya no importan tus problemas, no importan tus logros... no importa nada. Y cuanto más te fijas en la inmensidad más te empequeñeces  hasta no ser más que un punto en la distancia.

Yo llevaba mes y medio fuera, entre folios rediseñando las órbitas que tendrían que trazar los cometas al pasar por la zona que estábamos observando. Entre cálculos farragosos y cuestiones burocráticas me había distanciado de mi precioso telescopio, y eso para la gente como yo no es nada bueno.
Porque para los astrónomos, el cielo tiene todas las preguntas, y en él están todas las respuestas. Todo ese papeleo era sólo para lidiar con los hombres y a veces se me hacía muy pesado tener que estar rellenando formularios con mis preguntas allí arriba esperando a ser contestadas.
Pero aquel día por fin regresaba a la acción. El coche daba tumbos en parte por mi alegría contenida y en mayor parte por el camino sin pavimentar que serpenteaba hacia el único edificio en diez kilómetros a la redonda. Era alto, y de piedra, y podría confundirse perfectamente con un castillo si no fuera por los ventanales que recorrían el lado que apuntaba hacia el camino y por una cúpula situada en la parte de atrás.
Había luz encendida, Mike ya estaba preparándolo todo.
Aparqué el coche y salí de él dejando la puerta abierta. Es algo que había visto que hacían en las películas y quería hacer por lo menos una vez en la vida. Seguro que tenéis la imagen del chaval al enterarse de una noticia importantísima saliendo corriendo de la casa dejando la puerta abierta. A mi me ponía de los nervios. Como si tuviese claro que no le iban a entrar a robar en la casa o le diese todo igual. Pues en ese momento a mi me daba todo igual, aunque tampoco es que hubiera mucho riesgo dejando abierto mi Renault 5 en mitad del campo. Lo más peligroso que podía pasar es que se lo llevase un jabalí por delante.

Pero sí que tenía algo importante entre ceja y ceja y por eso corría, por un descubrimiento que, de ser corroborado ese día experimentalmente, arrancaría para siempre la hueca soledad de la palabra Universo... porque yo, había encontrado un planeta candidato a albergar vida. Quién sabe, quizá hasta vida inteligente.

No recuerdo cuántas veces se me cayeron las llaves del nerviosismo al no atinar en la cerradura, pero sí que apenas saludé a Mike y me lancé a los controles del telescopio. "Hola pequeño" Le dije nada más encender las pantallas, y Mike supo que no le estaba hablando a él.
Recalibré algunos errores, e introduje las coordenadas cantando el How I wish, How I wish you were here esperando ciertamente que mi planeta estuviese de verdad. Que existiese.
Así que mientras esperaba a que la imagen fuera lo suficientemente nítida como para distinguir mi bebé, me di cuenta de algo que se me había pasado por alto durante todo este tiempo, y que me dejó completamente helado. Era un afortunado. Recuerdo que hice una lista mental de cosas por las que dar gracias y la lista cada vez aumentaba más y más. Cuando ya era kilométrica me imaginé extendiéndola como una alfombra y caminando sobre ella parándome en cada hito con una persona a la que estaba seguro que tenía que agradecer algo. Aún hoy estoy caminando esa lista con la sensación de que un gracias mío es poco para lo que se merecen mis hitos.
Pero mientras yo estaba en las nubes, las pantallas, como en una ecografía del cielo, mostraron mi planeta. No tenía apenas atmósfera. Vida completamente descartada. Mi planeta era sólo una roca flotando en el espacio... Como un niño saltando a coger un globo atrapado contra el techo, yo sólo llegaba a rozar mi triunfo con la punta de los dedos, y cuanto más me acercaba más alto parecía...
Un fracaso tan estrepitoso habría desmotivado a cualquiera, pero por raro que parezca a mi no,  a mí me hizo verlo todo desde otra perspectiva. Que era un afortunado, sí, pero no sólo por todo lo bueno que tenía, si no también por todas las cosas malas por las que había tenido que pasar, pues todas me habían enseñado algo.
Y gracias a que ese día no tiré la toalla estoy aquí ante ustedes recibiendo este premio, gracias a que ese día aprendí algo de la derrota he encontrado por fin el maldito planeta.
Quiero dar gracias por supuesto a mi familia, a Mike y a toda la gente que ha hecho posible este descubrimiento, y que no suene egoísta si digo que hoy estoy tan orgulloso de mí mismo que besaría todos mis errores, todos los trenes que no llegué a coger todas mis batallas perdidas, todos mis fracasos, todos mis suspensos, todas mis astillas... abrazaría a todos mis enemigos, a los amigos que me dejaron tirado en la cuneta, y se llevaron su trozo de alma al salir, a las mujeres que nunca llegaron a entrar pero clavaron su estaca... Haría un pasillo con todos mis yos pasados felicitándome chocándose las manos entre ellos, gritando, diciendo mientras me señalan 'De mayor quiero ser como ese'

porque también ellos me han hecho
ser como soy
estar donde estoy
porque sin ellos nunca habría llegado a conocer las estrellas.>>

                                                                    Discurso de                
                                                                    al recibir el Premio Nobel

miércoles, 16 de octubre de 2013

Dorian

Yo ya no soy
ese algo que se queda a medias
por vivir con miedo en medio de mi edad de mierda
veinte,
como los poemas sin su canción desesperada
pero con la desesperación del que ya no espera nada
y nada a ciegas
siempre con la mitad faltante atrapada entre folios
en una malla de letras y números que no deja ver más allá
leyendo entre líneas los restos que dejo en cada espacio en blanco.
Ya no soy eso.

Yo no soy ya
la sombra de otro
la imagen  que se copia eternamente en su espejo creyendo que por ello existe
el burdo retrato siempre a medio pintar,
 a medio derruir, a medio esclarecer, a medio camino de ninguna parte
y por eso me parece justo
que ya que por una vez estoy completo
ahora sea este poema el que no envejezca
y se quede a medias por mí.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Quiero...

...estar en la figura de tu ventana que mastica tu oscuridad
sin pestañear
en el cachito de cielo que da vida a tu cuadro
y redibuja tu silueta cuando te desvaneces
en la vela que enciendes para fumarte mi ausencia con ganas de mar y de viento

para así espantar el vacío sin nombre que aún te cala los huesos
y deja tus peces flotando boca arriba
o aleteando en el aire que aún no ha envenenado tu estela

y así poder leerte cuando te dejas la piel
y te saltan las venas saladas a flor de carne.

Joder eres magia de esa que no brota
de ningún tipo de roca por mucho que las frotes para sentir la chispa
un pedazo entristecido donde encontrar mi desorden,
la pieza que falta en mi rompecabezas de migas

y te busco como el artista que espera
tenerte de vuelta en su lienzo de profundidades
preparado
con la escarcha cargada de futuro que algunos quieren llamar poesía,
pero en mis poros vacíos de esfuerzo no consigo
encontrar musa alguna,
sólo agujeros que reclaman su música abismal
tratando de tallar una séptima dimensión con la que vestirse los momentos
desdoblándote en los mapas
con tres equis en cursiva marcando el lugar exacto donde naces y vives cada día
sin ropa, desnuda
brillante en los atardeceres
puesta de Sol,                    hasta las cejas
y de alguna otra droga de esas que atan la sombra al suelo

Y sí,
me voy por las ramas
pero es para recoger tus frutos antes de que caigan y se estrellen contra el cielo
que ya sé que nadie dará un penique por este naufragio de ideas,
y tal vez el amor no sea más que otro océano en el que morir ahogado
pero
si me dieran a elegir
cambiaba todas mis victorias por no volver a verte derrotada

viernes, 23 de agosto de 2013

Intercambiador de tristezas

Míralo
Todo él fuera de sitio
Como nacido a contraluz
Aullando,
a ese azul del que brotan los rayos que le parten el alma
amor y dolor en un mismo dardo de realidad
de lejanía                           que le pierde
en océanos de humo
de esa nada que llena y agrieta los ojos
y los mantiene vivos
pero condenados a ver el mundo a través de la sangre.
Gota a gota. Vacío a vacío.
Parece ajeno a todo 
porque duele lo que es ya historia,
como si el pasado dictase que tiene que estar allí donde no es bien recibido.
Pero de repente me mira, atraviesa lo que nos separa y ya no es él,
soy yo también,
es la tierra desapareciendo bajo mis pies,
es el mundo  alejándose por todos los lados
soy yo, vestigio de mi,
un mero espectador de mi desastre.
Me contagia
y veo edificios montarse tapándome el horizonte
como piezas de un puzzle al que no pertenezco,
me envenena y ya no hay lugar seguro
donde plantar mi cadáver
aquí en tierra de nadie y mucho menos mía.
Y ahora, a lomos del destino, viene un final que no llega
mientras algo,
un soplo nostálgico, tal vez,
aprieta el corazón contra el pecho
y exprime inmisericorde
hasta la última lágrima
Ya no eres tú, ya no soy yo
¿Quién es él? ¿Cómo de gris es la herida?
¿Cómo de tenue la vida?
¿Cómo se sale de aquí?

Me acerco, se acerca
su mano y la mía, coordinadas,
se encuentran enfrentadas en el cristal sin tocarse
Un chasquido
y huye mi fantasma dejándome en el lado equivocado del espejo
Y sonríe, y me atraviesa

Y me consume…

sábado, 3 de agosto de 2013

Perfecta

'La palabra precisa, la sonrisa perfecta.'
Y tanto. Se reunieron todos los sabios para discutir qué era la perfección y mandaron esculpirte. Y dieron aplausos al artista, dijeron "este tío tiene futuro" "mirad qué trazos, qué acabado" "esto sí que es perfecto". Y mientras te vestías y sonreías, los halagos hacia TU figura iban a más. Los necios aplaudían, se maravillaban ante un mármol cincelado con forma de algo. Iban hacia la luz como insectos que no saben qué es eso que brilla. Pero no querían verte o no sabían. Así que mientras ellos alababan la obra, el duro molde, la copia casi exacta de tu cuerpo... mientras hacían plas plas con las manos como si hubiese un significado oculto en los silencios entre palmadas... mientras pedían a voces un discurso del artista... te levantaste y te fuiste por la puerta de atrás como siempre hacías después de cada sesión. Sin llamar demasiado la atención.
"Es sólo piedra" quise gritar. "Ella es lo que buscáis"
Pero cuando quise señalarte ya no estabas. Y me dejaste con todos los ojos como focos apuntándome, solo, con el cincel en la mano y ni una palabra con la que explicar por qué el arte se estaba muriendo poco a poco.

sábado, 27 de julio de 2013

Un día de estos

Un día de estos en los que te levantas corriendo a apagar el despertador y te tropiezas con las seis y media y las legañas de una noche larga de no dormir. Le das los buenos días a la vecina del quinto mientras subes la persiana y te haces el café cargado de los jueves. Que, por cierto, te sienta como un tiro.
Abres la ducha y mientras el agua cae por tu espalda, el vapor te niebla la vista, y el juicio.
Son sólo las siete de la mañana, de un día cualquiera, de un mes cualquiera y una vida cualquiera. La tuya.
Y te acostrumbras a hacer lo mismo, (rutina, creo que lo llaman) para morir poco a poco hacia adelante en tu semana de cinco días de espera para un sábado que no llega. Acabas viviendo día no, día tampoco. Pero da igual porque mañana también será jueves y tendrás otra oportunidad de volver a empezar lo mismo.
"Necesito un cambio"
Según lo dices, se presenta y te da la vuelta a la vida como un calcetín. Ahora todo tiene sentido. Luchas por cambiar, porque la vida es cambio. Las cosas se acaban y lo aceptas. La vida sigue. Tú con la mente patas arriba ves que nada es para siempre y ya no te asustas. Porque la vida es cambio. LA VIDA ES CAMBIO.
Y el año que viene es probable que la gente que está a tu lado haya desaparecido, como los recuerdos felices que no sirve para nada recordar. Que el pasado se quede con su felicidad de mierda, tú quieres algo real, no un placebo. Quemad a la nostalgia en una pira de álbumes de fotos para que ningún tiempo pasado sea mejor que este. ¡¡Quemadlo todo!! Que nada sea eterno. Que la vida, es cambio.
Y te lo tatúas, hay que vivir, viajar, moverse, hacer cosas, no estancarse... pero cuando por fin encuentras tu sitio, no sabes quedarte.
Y ese es tu problema, eterno viajero. Vivir también es parar, aunque nadie te lo haya dicho. Vivir también es callar. Los espacios se_paran las ideas. El silencio también se escribe en las partituras.
Y no lo ves, porque pasas tan rápido que pasas de largo. Pero a veces,
vivir también es dejar de buscar.

viernes, 21 de junio de 2013

La edad del sol

Se te acaba el mundo al final de los dedos,
pero no te asustes
que aquí regresa el viento a remover arena y cristales transparentes
de agua y nada, de nada y gracias
por algo insulso y deshabitado como es un día más
o un día menos,
cualquiera que sea el premio que crees que no te mereces

Lo que no te deja ver tu tristeza, te hunde aún más
de estrella celeste a estrella de mar y bajando,
coral, aún no has tocado fondo
y ya tienes los ojos tan claros que se te ve el alma...
te gotea por las mejillas
limpiando los poros azules de lo que dejas atrás.
A ver quién es capaz de sacarte de tu profundo
foso de dudas y remordimientos
de ahí no escapa la luz,
a ver quién pone nombre a la oscuridad que te trepa
las noches en vela
-porque aún se encienden de rabia-
a ver quién le dice ahora a tus sueños
que no existen cuando abres los ojos...


Sabes que nunca ha habido escalera tan larga como la esperanza
pero te duele el cuello de tanto mirar hacia arriba
y crees
que ya sólo queda esperar. Esperar. Esperar.
Como espera la luna paciente a que le alcance su reflejo,
mientras los pálidos pájaros de ala rota se funden
en los atardeceres a donde no llega el horizonte,
pues qué es el peso del tiempo para quien no vive,
qué es el futuro para quién no sabe a dónde va
dime qué hay más negro que el vacío de no ser.
Nada.
Nada importa.
Y el tiempo no duele cuando es vejez,
sino cuando es edad
la edad del sol.
La soledad.

domingo, 19 de mayo de 2013

Podrán decir...

Podrán decir
que las princesas se acabaron
cuando dejamos de creer en los cuentos
que ya somos muy mayorcitos para tonterías de esas,
que aquí las princesas no van con vestidos ni llevan corsé
se pintan y salen a comerse unos labios que no les pertenecen,
que aquí las manzanas se muerden o se rodean en bici
pero no nos duermen, sólo lo hacen los discursos
y los días agotadores,
que no existen los príncipes ni los finales felices,
sólo finales desgastados y agotados
y finales de champions y liga
que nos hacen gritar
como si importase lo que pasa al otro lado
 de un televisor

Podrán decir que no hay vida en Marte
que los gordos y feos nunca conseguiremos nada
que
después de una dura jornada de trabajo
después de vagar por los días como alma sin su pena
y de olvidar por qué nos levantamos por las mañanas,
cuando levantamos los ojos al cielo y gritamos
nadie nos escucha
porque no existe

Y podrán seguir diciendo que la vida es injusta y cruel
que no hay ningún premio a la constancia, sólo al éxito
que los sueños no dan de comer si no llenan el bolsillo
que el amor se lo inventó el Corte Inglés
y los regalos en Navidad no vienen de Oriente.

Querrán que nos creamos que no existen los dragones
que lo que pasa en los libros, en los libros se queda
que no podemos cambiar el mundo porque es demasiado grande
y nosotros demasiado pequeños

Y llorarán impotentes, sin comprender
por qué está todo tan vacío
o  por qué nos han quitado nuestro final feliz
 a pie de página
sin entender que lo arrancaron hace tiempo
cuando dejaron de creer
en lo que de verdad merecía la pena.

martes, 16 de abril de 2013

Los gigantes nunca mueren

O tal vez sí.
La muerte todo se lo lleva. Y las lágrimas no traen nada de vuelta.
"Te entiendo tía". Tú qué vas a entender. El vacío que deja alguien tras de sí no lo llena nada. Ni siquiera tus condolencias. Pero agradezco de verdad que estés ahí. Es algo raro. Muy duro. Lo siento pero tengo que estar sola.... pero no te vayas.... pero déjame..... pero...
-Gracias. -dice sin saber siquiera a quién habla.
 Sonrisita y vuelta adentro, a su rincón de oscuridad. Cogiéndose las piernas y acercándolas al pecho, se hace una bola. Las cosas así parecen más lejanas, e incluso no existen por momentos. 
Cierra los ojos esperando despertar, pero al abrirlos sigue viviendo la misma mierda.

-Por favor, dejadme sola.- pide. Su tono no admite réplica. Tampoco hace falta que diga nada, pues ya baila sola con su tristeza, entre la gente, diciéndoles lo que quieren oír,. Pero nadie la ve. Nadie ve su alma hecha pedazos. Sólo su semblante firme, serio y sonriente. Su máscara. "El abuelo habría estado orgulloso. Sé fuerte. No llores"

Es un pez que aletea en el suelo por querer respirar.
Pero le sobra el aire.
Necesita gritar y patalear contra todo.
Pero no tiene fuerzas.
Es un barco siempre a punto de hundirse o un madero saliendo a flote a duras penas.
Un vaso a punto de desbordarse, de esas inmensas ganas de llorar que la hacen sentirse como una tonta. "Si lloras por alguien hazlo cuando de verdad merezca tus lágrimas"
¿Quién se las merece más que tú abuelo?

Porque es muy triste ver morir a un gigante, quién diga lo contrario aún no se ha derrumbado. Lo aplasta todo a su paso mientras cae, y una vez caído, cuando ya no se levanta, la                               lo habita todo. Y duele. Como el silencio que estalla después de una batalla.

Pero es aún más triste haber vivido junto a un gigante y no reconocerlo hasta sentir el enorme vacío que deja atrás.... cuando la muerte alarga su sombra, y los ve como son y te hace ver cómo fueron. Héroes. Gigantes. Y se los lleva como fueron porque ya no serán más.

-Adiós, gracias por venir. Hasta luego. Saluda a la tía cuando la veas. Adiós. Adiós. Hasta mañana.
Cierra la puerta, sube las escaleras y se encierra en el silencio, con la certeza de que allí ya no habrá nadie. Se tumba boca abajo y estrella la cabeza contra la almohada. Para ahogarse en las mareas de su mar de lágrimas.
No sabréis el valor de una lágrima hasta que no  la derraméis, así que no juzguéis por qué lloran sus ojos.
Que para echar de menos algo, hay que perderlo. Y ella lo ha perdido para siempre.

martes, 2 de abril de 2013

Quieto, no muevas ni un músculo...

... Te está mirando, haz algo.
Algo sensato, pero no aburrido, lo suficiente para que se fije en ti pero que no quedes ridículo. O mejor no hagas nada. Nada mejor.
Comienza el baile. Se acerca otro depredador impaciente al que descoloca con un gesto y devuelve con el rabo entre las piernas. La buena música amansa a las fieras, y ella es dueña de todas las notas que hacen vibrar a cualquier hombre. En sus curvas se agotan los ojos que la miran. En sus ojos se derrite el cielo. ¿Quién eres tú para mirarla? ¿Qué puedes hacer ante algo tan perfecto? Nada más que mirar. No apartes la vista.
 Estás atrapado. Embobado como el que mira al rojizo mar de un atardecer cualquiera. Borracho de su olor. Y lo sabe. Y se sonríe. Y te mira como nadie lo había hecho antes.
Y de repente te hace caer hacia afuera, hacia ella,  como si fuese ella ahora tu centro de gravedad, como si tuviese en esos rojos labios la razón de tu existencia.

¿Has sentido alguna vez cómo un músculo se te queda pillado sin ningún por qué? Demasiada tensión instantánea que hace que el músculo se colapse y no responda. Pues el corazón es un músculo muy fuerte. Y tu "por qué" tiene nombre, pero no lo sabes. O no quieres saberlo, porque está a dos pasos de ti y un "Hola me llamo..." ¡¡Qué importa cómo te llames!!. Deja de hacer el idiota. Las chicas como esa no se fijan en chicos como tú.

Finge que no te importa. Atraviésala con la mirada como el que mira a través del cristal sin ver el cristal transparente. Así. ¿Ves? No es tan difícil. 
O si no invéntate una excusa para acercarte, un "¿me sujetas esta copa?"o un "¿De qué mar has salido, sirena?". Alguna pregunta tonta que ya sepas. No. No lo hagas. Mejor espera. Espera. Espera. Ya  está, ya se ha ido. Ya eres libre.

Pero no quieres serlo. La libertad comparte mesa con la soledad y lo sabes demasiado bien. Te gusta su perfume de cadenas. Acércate a la barra y pregunta por ella al camarero, como un cazador que ha perdido el rastro, como un príncipe buscando una princesa a la que quepa el zapato de cristal que tallas por las mañanas y haces añicos por las noches.
Acércate a la barra y grita todo lo que le gritarás a la almohada de tu cama vacía. Acércate al altar de los lamentos a beberte en tequila las historias que no pasarán entre vosotros. Acércate a buscarla como el que busca un papel importante en una montaña de folios en blanco. Lánzalo todo por los aires. O no. Quédate quieto. No hagas nada. Es lo fácil.

¿A dónde vas? No vayas a la puerta. No salgas. No cruces ese semáforo en rojo. No sigas a ese abrigo que huye dejando al mismo viento atrás. No cojas esa mano desconocida al tacto de tus dedos. Y lo que es más importante di algo. ¡Di algo! Haz algo aunque te descoloque su sonrisa, aunque te de igual ya todo, porque has conseguido hacerla sonreír.

sábado, 16 de marzo de 2013

Inevitable


TIC


Ya ha empezado

 la cuenta atrás.
Lo inexorable.
Ni las cicatrices
ni las historias que nos contamos para dormir tranquilos
repoblarán lo árido, el desierto que crece
poco a poco  en nuestros corazones.
Este reloj de un sólo sentido,
hacia abajo,
reloj de tierra                  TAC
en el que a cada latido
se mezcla la sangre seca con la arena
y sólo crece la distancia
sólo grita la nostalgia
solo

TIC


Sólo arráncame este metrónomo maldito

que suena y deja su eco palpitando
vivo un sinvivir ausente
vivo un sinvivir amargo
un vaivén continuo e iluso
como una ola que choca
repetidamente contra la misma roca
tratando de trepar el acantilado

como un tic que espera su tac

a través del tiempo.

TAC



Tiempo al tiempo

Silencio. Escucha y,
si lo haces,



TIC




podrás oír agujas doradas tejer sus horas

malditas horas malgastadas por tus yos pasados
Podrás echar las culpas a las arrugas
y sus cremas antiedad,
a la edad, a los jóvenes por ser jóvenes
y a los viejos por no serlo,
al tiempo, a la mala vida,
a la vida mala, al vivir a medias
y a la muerte
que siempre deja el cuento sin acabar


TAC


podremos gritar y patalear contra el futuro

por no ser justo, por ser cambio,
pero somos nosotros mismos
los que enhebramos nuestro destino
en su aguja afilada, en una de esas
que cosen la existencia a rutinas
y que  giran,
giran como agujas de reloj
como secuaces del tiempo
al que aún pertenecen.




TIC



cuando ya no haya hojas en mi calendario
y todo se pare en el giratiempo amarillento
de mis paredes
se acercará ella,
con su paso firme y sonoro,
 última compañera


TAC




Siempre se acerca.
Decid a mis oídos
que si aún vivo es porque aún queda
algo que me ata a las olas
que aún me gustan los acantilados sin nombre
y todas y cada una de sus rocas
Decidles, aunque no os crean,
que si un día muero es porque habré vivido lo suficiente
que la vida se acaba en su momento justo,
             mentidme diciendo
que todo lo que empieza,
                    termina
que la muerte es lo único invencible
y que, con el tiempo,
toda lágrima llega a su mar
como a un tic le espera su tac.
Al final del camino.

TIC

lunes, 4 de febrero de 2013

Las palabras aún existen

Odiaba las hojas en blanco porque eran palabras no escritas. Prisioneras que se agolpaban en su cabeza desordenadas y silenciosas esperando el pistoletazo de salida para echar a volar y estrellarse contra los barrotes........... porque las cosas escritas con las palabras adecuadas parecen mejores, pero las palabras son también sus mejores cárceles. Definir es limitar, y él se limitaba a definir.

Tal vez de vez en cuando alguna metáfora exhalaba su aroma al final de un verso, y alguna rima dejaba ver sus cadenas de oro azulado, pero nada era fruto de la casualidad. No decía las cosas porque fuesen bonitas, ni porque tuviesen que ser dichas, escribía fría y calculadamente aquello que necesitaba ser leído. Nada más. Él no era dueño de sus propias manos, como tampoco lo era del rasgar de la pluma contra el papel, sólo era un servidor de algo más grande e imposible de ser comprendido por un pobre escritor de renglones incoherentes. Era como si alguien tuviese un mensaje para ti que sólo tú podías descifrar.
Te miraba a veces. Te buscaba siempre.

Escribía:
 "La poesía debe ser certera, como un arma de fuego, y como tal tiene que quemar. Al tacto y a los ojos."
 Pero a él lo que le ardía era la sangre, pues sólo corría tinta por sus venas y no cabían  más infiernos en su corazón de papel ardiente.
Continuaba:
"Es el latir del poeta, lo que le empuja a escribir, y lo que enciende las mentes apagadas"
Pero no decía nada de la idea que empuja ese latir, ni de levantarse asustado por las noches con un verso incandescente entre los dedos, ni del placer asesino que produce un buen verso terminado...

Todo era tan sencillo en el mundo de las palabras, cada sensación tenía su nombre, cada detalle su contenido...  Allí la verdad y la mentira eran la misma cosa: palabras.
Aquí no.
Aquí esa magia nacía de los labios. Sí. Pero se agotaba en los oídos sedientos de algo más que palabras.
Crepitaba susurrante en las páginas abiertas. Sí. Pero mientras que algunas historias se entremezclaban en los ojos furtivos de quien las leía, otras eran utilizadas como excusas, como dardos, como gritos en defensa de nada, como promesas que no se iban a cumplir.
Aquí todo era distinto. Más difícil, más real.

 Él era muy consciente de que nada se podía encerrar en libros ni en retinas y por tanto, nunca podría describir del todo sus pensamientos... pero aun así, cada vez que terminaba y levantaba la pluma tras el último retoque, se daba cuenta de que, fuese don o maldición, escribir era llamar a este mundo por su nombre, magia, y darle un sentido a toda esta vida carente de ella.

Escribir era lo que le hacía sentirse vivo.