domingo, 26 de julio de 2015

Brindis

Brindo por tu sonrisa —hoyuelo en uno—,
para que siga confundiéndose con el flequillo de los sauces,
en la aleación de time y weather que siempre acaba siendo
el tiempo:
algo que se derrama.

Brindo por ella, por la chancla en peligro de extinción que es
poder sentirse auténtico,
intacto,
por la indescifrable llamada de tus dientes,
el dormir con molinos y despertar con gigantes;
la enorme miga de pan que destripa las aceras.

Y alzo mi cojín por el delirio
que de rosas
está el campo lleno,
por la unicidad del vasto cielo al que ladramos
los corazones vagabundos;
y por la luna, el único vinilo que se escucha
cuando todo se hace silencio.

Esquivo otro cumplido,
sólo sé escribir sobre cosas que se tambalean.

Soy el herrero que funde las manos de una cadena humana,
la bandera que ondea sin viento,
y brindo
porque encuentres la paz que no buscas,
porque entiendas
que esto siempre fue una carrera en solitario
de ti contra ti mismo…

Una batalla que nadie puede ganar
sin perder algo a cambio.