sábado, 27 de diciembre de 2014

Noche en Madrid

Madrid, 22:00. Las calles se visten de luces, una familia de guiris se hace fotos con el árbol de Navidad de la Puerta del Sol, adolescentes en manga corta realizan un espectáculo de saltos y acrobacias, una niña pequeña tira de la falda de Minnie Mouse para llamar su atención.

Madrid 22:05. La gente hace cola para ver de cerca el belén de la Plaza Mayor, porque nos gustan las filas y el orden. Si invirtiésemos en otra cosa todo el tiempo que perdemos en lo inútil…

Madrid 22:06. ‘La música es el eco de un mundo invisible a los ojos, hazme visible.’ reza un cartel, mientras su autor afina un violín con las cuerdas desgastadas y a punto de romperse. Se cuadra delante de un público que no le mira y toca la primera nota que flota en un mar de ruido.

Madrid 22:08. Un árbol disfrazado de hombre pide dinero a cambio de oxígeno. ‘Transformo el aire que respiras’ parece decir, los pájaros amaestrados de sus ramas se posan en hombros de cualquiera. La naturaleza se prostituye por un poco de abono en Huertas.

Madrid 22:10. El violinista continúa tocando ‘Do they know it’s Christmas’ ¡Qué difícil es tocar con este frío! Los dedos tiemblan al notar cada cuerda vibrando. Según las últimas encuestas, duermen alrededor de 700 personas en la calle, y es Navidad para todos. Aunque algunos nunca lleguen a saberlo…

Madrid 22:13. La canción termina y él describe una amplia reverencia a su público inexistente mientras recoge las cosas para cambiar su posición. Se escucha “Ota, ota” , unas manos diminutas aplauden. Y la niña de tres años se acerca sentándose en el suelo, a apenas un metro de nuestro violinista. ‘Ota’ dice con una sonrisa de oreja a oreja.


Madrid 22:15. ‘Hazme visible’, ‘Hazme visible’, ‘Hazme visible’  Saca el arco, enfunda una flecha en su violín y apunta un gracias hacia el cielo. Concierto de una orquesta de un solo componente para un nutrido público formado por una niña que aún no controla sus esfínteres. Ríe, baila. La niña aplaude. La música enciende la noche.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

El frío que nos deletrea

Ayer amaneció mi armario dado la vuelta
y mi disfraz de payaso
me irritaba la piel con las costuras.

Mi traje
un poco cansado ya de que tuviera más preguntas que respuestas
se fue a pedir un vino a la tintorería
con mi pijama,
para quejarse de lo aburridas que eran mis noches, supongo.

Hasta mi ropa de alguien normal que se viste como alguien normal
se destiñó de rosa por ver si ligaba con un tutú de bailarina...

Abandonado y sin nada con lo que cubrirme las vergüenzas,
salí a la calle completamente desnudo, tan puro
como el llanto de un bebé,
me paré en mitad de la carretera
extendí mi cuerpo en el suelo como el que extiende un cheque en un banco
y agité mis brazos y mis piernas
dibujando una silueta.

"Mira mamá, un ángel de asfalto."

Mira mamá, un muñeco de humo.