jueves, 20 de marzo de 2014

La parada

Están sentados mientras el mundo gira y el bus no pasa. Los engranajes encajan perfectamente y todo sale según lo imprevisto. Uno, dos, tres segundos y contando. No se miran, saben lo que sucede pero fingen ignorarlo. La verdad es certera y aburrida, mejor cobijarse en lo imposible. 
Y hablando de cosas que no pasan, podría ella arrebatarle un beso, mientras el bus no pasa. Podría él enfrentarse a sus latidos y atacar de frente. Pero aquí en Nunca Jamás, nunca pasa nada, ni siquiera el bus. Y dos niños perdidos que se encuentran al mirarse bajo la escalera, no pueden adivinar que hay gente que camina sobre su techo. Ni que los imposibles están para desmentirlos. 
Ni siquiera mirándose a los ojos leerán qué ronda sus cabezas, y eso que es cualquier cosa menos el bus; pues el  bus, como el tiempo, no pasa para llevarlos a ninguna parte.
Y ‘me tengo que ir, son las 8’ ‘¿En qué parte del mundo?’’No sé, aquí arriba.’ ‘Pues cambia de meridiano y quédate’

Y se quedan, para esperar a las 8 de algún sitio en el que haya autobuses de vuelta a casa. O para estar ahí arriba en la ciudad de las cosas que nunca pasan. Juntos.

lunes, 10 de marzo de 2014

Hasta siempre

En mi cabeza hay un rincón con tu nombre escrito con spray,
uno de los 'para siempre' que acabaron ayer
o ya nacieron muertos mientras eran pronunciados.
Porque aspiramos a lo perenne, y las hojas se afilan, las raíces se hunden
y nuestra savia caduca.
El mundo clama a las puertas de nuestra piel
y no le abrimos por si se cuela también el paso del tiempo
que aquí hace frío, pero nunca es invierno
mientras allá fuera los años tiritan y pasan
E inmortales como cadáveres que ya no pueden morir otra vez
o que han aprendido a morir a diario,
nos secamos,
y nos disecamos como la flor más bella carente de vida
mientras esto es nuestro y sólo nuestro,
un precioso amor de miel
y alquitrán,
con el que tatuarnos nuestras iniciales para que no existan finales
y gritar a los cuatro vientos,
que nosotros somos el quinto, el que empuja los barcos cuando van a contracorriente,
la excepción de todas las reglas,
el fuego que no se consume,
el segundero de un reloj que gira, pero no cambia sus horas
y que nunca, jamás
aceptaremos
que tanto la soledad como el amor son eternos,
pero ninguno es para siempre.