martes, 3 de octubre de 2017

Normalidad

Lo desconocido era aquello que no encontraba en mis bolsillos,
la distancia asomaba en el filo de cada palabra,
los felinos bostezaban en las revistas
y un mar de piedra recubría la luna.

El teclado escribía kjwngwv lo que quería,
al teléfono sólo llegaban mensajes que no eran para mí,
una sonrisa perdía color en el sepia de las fotos
y al otro lado del mundo alguien repartía el correo en trineo.

Un ‘joder, que bonito’ esculpía una esfinge,
el teléfono presidencial callaba en su mesa,
dos espadas se enlazaban en la tinta de un escritor
y medio planeta miraba a su otra mitad vía satélite.

La carcajada era el alquiler de una pizca de vida,
una naranja era exprimida con zuma delicadeza,
 olfato y gusto cambiaban de sentido en labios distintos
como dos manos encajan opuestas en un saludo.

Los casquillos se amontonaban oxidados
entre montañas de discos de música de antes,
el aire era sólido pero se derretía
en el eco de un ángel cantando ‘What a Wonderful World’
a capella.

Y un día inusualmente tranquilo,
como un prado sembrado de gaviotas alzando el vuelo
un obús interrumpía una fiesta,
el suelo cerraba las copas en un golpe de cristal y no de efecto
y tu hermana o tu padre eran portada de una guerra que no aceptaba devoluciones.

Entonces, venía a la mente la sombra de un cisne
las estadísticas de los márgenes de los libros de historia
las hectáreas de flores arrancadas para fabricar petróleo
el marfil que no vale la muerte del elefante.

Y todo era asquerosamente normal,
así como el trote agolpado de la injusticia.

Cómo duele lo que no sale en los periódicos.

Yo esta guerra no la he firmado en ningún sitio.

1 comentario:

Unknown dijo...


Duele duele esta normalidad!