jueves, 15 de enero de 2015

La gente como tú no se enamora de alguien como yo

Este no es un poema para vanagloriar el fracaso
y sin embargo, se escribe solo,
pues no puedo prometerte palacios ni islas,
ni el azul de los mapas de Salinas,
ni que cuando teclees mi nombre
allá en tu cielo
yo ya no sea
el yo continuo que escapa de mí.

Si me pierdes de vista
sigue caminando,
a veces doy un paso atrás para descansar a la sombra,
para que el sol no mire mi espectro
a través de mí
calcado en una radiografía.

Recuerda cuando borres las nubes
y se te empapen los párpados de lluvia que
necesito agua y luz a vasos iguales,
que mi silla se balancea al compás de un círculo
y mis huellas no casan con mis pies
cuando las abandono en el suelo.

Soy único en mis diferencias,
pero normal como todos,
y es que en el fondo, todos nos parecemos en algo:

preferimos que nos quieran por nuestros defectos

porque son más fáciles de mantener que nuestras virtudes.