Existen fluctuaciones monetarias
que determinan
el agujero del cinturón por el que
nos tenemos que abrochar.
Aquí se deshoja al que no tiene
para que personas que no cobran lo
suficiente,
—pobres,
el dinero nunca es suficiente, por
definición—
reciban sobresueldos por un
trabajo que no hacen.
En contraste, desde un balcón en el centro de Madrid se
suicida una flor
por no poder pagar su hipoteca.
Se ha visto en las noticias.
Estrellada contra el suelo
nadie corta el tráfico, se
engancha en las ruedas de un tráiler
perdiendo pétalos sin olor.
Grita, pero no se oye su grito.
Las ambulancias encienden las
luces de sus sirenas,
pero no suenan.
Porque si sumas todo el ruido,
sólo obtienes silencio.
Se siente en las noticias.
Un silencio que se levanta y
camina por sí solo,
lo llaman corrupción porque huele
a papel,
pero sabe a chocolate suizo caducado y maloliente, corrupto
pero sabe a chocolate suizo caducado y maloliente, corrupto
sabe a urnas apiladas para
gobernar desde las nubes
a los habitantes del suelo.
Corruptos.
Corruptos.
El cáncer de este país.
Fraudulentos. Corruptos.
Hasta ahora inmunes a la ley. Sonrientes.
¡Corruptos!
Temed.
Que la justicia, como quien deja
la droga,
está dejando las malas costumbres,
empezando a depender de sí misma
y no del tamaño de la cuenta
corriente del acusado.
En una habitación de hospital
se le cae el pelo a la persona
equivocada.
Apaga la televisión. Vomita a un
lado.