domingo, 5 de octubre de 2014

Ciudadanos de un lugar llamado Krypton

No lleva un uniforme debajo de la camisa.

No se llama Mahatma, Martin ni Teresa.

Pero cree en el hombre que encierra cada hombre
en el hambre que cierra cada estómago
en el amor como única justicia
y extiende el brazo para levantar al caído
aun si eso retrasa su llegada a la meta.

Porque nada importa
si no importa nada
ya no quiere vivir deprisa
para morir
de
prisa.

Día a día, trabaja en la sombra,
allá donde ni el sol quiere presentarse
por miedo a que la miseria, la enfermedad, la guerra o la soledad
puedan contagiarse.

Es mi héroe, humilde,
anónimo,
de los que nunca tendrán una placa
ni saldrán en televisión
de los que se descuelgan la capa al llegar a casa
para ser
padre, madre, hijo
carnicera, profesor, oculista.

Sólo quería decirte,
si me estás leyendo, gracias.
No te rindas.

Tus manos se embellecen con cada callo que brota
de tu esfuerzo
por hacer de este mundo algo mejor.