A ti y a mí, que no nos una la
mediocridad,
que no nos una el hastío,
ni el fuego helado del destino
decida qué permanece y qué muere.
No seamos ángeles caídos que
por casualidad, coinciden en un
mismo cuenco de barro,
y se juntan por tristeza mutua.
Tampoco de esos que descubren que
era amor
en la penúltima parada
mientras ven pasar las horas
—muertas como peces—
río abajo.
Decidamos pues, vivir el
entretiempo
entreguemos pues, pronombres y
renombres
reescribamos pues, un guión sin
argumento
dibujemos pues, dos paralelas que
se tocan.
Seamos pues, cuerpos chocando
como mares
mendiguemos pues, otro beso que
llevarnos a la boca.
disfrutemos pues, del cine, del
teatro y de los bares
abracemos pues,
la ceniza
sobrante de los días.
1 comentario:
que buena, imaz, como te odio...jaja...
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